El tango es terapia sentimental. Hay parejas que hacen las paces con las mejillas. Otros que se redescubren entre las piernas. Unas buscan entenderse con las manos. Hay quienes persiguen una oportunidad dando un nuevo paso. Algunos quieren probar la terapia. “Va, ¿bailamos?”, dice una chica a su novio. “No, no…”, hace con la cabeza él. “¿Por qué?”, se enfada ella. Minutos de exilio de caras. Y él vuelve a mirarla: sí. Se reencuentran en la pista, Así se Baila. Mientras llega el humo de parrillada de carne argentina de un lugar de comidas al aire libre. Mientras humo y aire bailan confundidos: “Son cosas olvidadas, esos viejos amores y al evocar tiempos mejores se van nublando nuestras miradas”.
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